La RCP pediátrica puede salvar la vida de tu hijo en una emergencia respiratoria o cardíaca. La técnica varía según la edad: en lactantes menores de 1 año se usa una mano o dos pulgares con compresiones de 4 cm de profundidad, mientras que en niños mayores se usan una o dos manos con 5 cm de profundidad. El ritmo es siempre 100-120 compresiones por minuto, alternando 30 compresiones con 2 respiraciones de rescate. Si tu hijo está inconsciente y no respira, inicia RCP de inmediato y llama al 131 después de 2 minutos.
Las causas de paro cardiorrespiratorio en niños son diferentes a las de los adultos. En pediatría, la mayoría de los casos se originan por problemas respiratorios como atragantamiento, ahogamiento o infecciones graves. Por eso, la ventilación adecuada es fundamental en la RCP en edad pediátrica, no solo las compresiones torácicas.
Este artículo te entrega información actualizada sobre cómo realizar RCP en lactantes y niños, qué elementos de emergencia mantener en casa, y cuándo aplicar estas técnicas. Recuerda que esta información complementa, pero no reemplaza, un curso certificado de primeros auxilios pediátricos.
Importante: la técnica de 2 dedos ya no se recomienda en lactantes porque no logra la profundidad necesaria (Guías 2025 AHA/AAP).
La RCP pediátrica es un conjunto de maniobras que mantienen la circulación de sangre y oxígeno hacia el cerebro y otros órganos vitales cuando el corazón deja de latir o la respiración se detiene. Consiste en compresiones torácicas combinadas con respiraciones de rescate adaptadas al tamaño y anatomía del niño.
Según las Guías 2025 de la American Heart Association y la American Academy of Pediatrics, más de 20.000 niños sufren paro cardíaco hospitalario cada año solo en Estados Unidos. En el caso de paro cardíaco fuera del hospital, la intervención temprana con RCP aumenta significativamente las posibilidades de supervivencia. Los primeros minutos son cruciales: por cada minuto sin oxigenación adecuada, las posibilidades de recuperación neurológica completa disminuyen.
Aprender RCP no requiere ser profesional de la salud. Los cursos para padres y cuidadores están diseñados para enseñar las técnicas básicas en pocas horas. La diferencia entre saber y no saber puede ser la vida de tu hijo. Además, contar con esta preparación te permite actuar con mayor seguridad en situaciones donde el pánico suele paralizarnos.
Es importante entender que la RCP no siempre "resucita" inmediatamente al niño. Su objetivo principal es mantener el flujo sanguíneo hacia el cerebro hasta que llegue ayuda médica avanzada. En niños, donde las causas respiratorias son las más frecuentes, las respiraciones de rescate son tan importantes como las compresiones torácicas.
Debes iniciar RCP cuando el niño está inconsciente, no respira normalmente y no tiene pulso. En lactantes y niños pequeños, verificar el pulso puede ser difícil y poco confiable, incluso para personal entrenado. Por eso, si el niño no responde, no respira o solo jadea ocasionalmente, debes comenzar las maniobras de inmediato.
Las señales de emergencia incluyen: ausencia de respuesta al llamado o al tacto, ausencia de movimientos respiratorios normales, color azulado o gris en labios y piel, y pérdida súbita del conocimiento. Si tienes dudas sobre si el niño respira, acerca tu mejilla a su boca y nariz mientras observas su pecho. Si no sientes aire ni ves movimiento torácico en 10 segundos, inicia RCP.
Antes de comenzar las compresiones, siempre verifica la seguridad de la escena. Mueve al niño solo si está en peligro inmediato (fuego, tráfico, ahogamiento). Luego, pide ayuda: grita para que alguien llame al número de emergencia (131 en Chile) y traiga un desfibrilador automático si está disponible. Si estás solo, realiza 2 minutos de RCP antes de llamar a emergencias, especialmente en casos de atragantamiento o ahogamiento donde el problema es respiratorio.
No pierdas tiempo buscando pulso si no estás entrenado para hacerlo correctamente. Las guías actuales indican que es mejor iniciar compresiones en un niño que todavía tiene pulso débil, que perder tiempo verificando mientras el cerebro se queda sin oxígeno. Los beneficios de actuar rápido superan los riesgos de comprimir a alguien que aún tiene latidos cardíacos.
EVALÚA LA SITUACIÓN (10 segundos)
INICIA LAS COMPRESIONES (30 seguidas)
Para lactantes menores de 1 año:
Para niños de 1 año a pubertad:
DA 2 RESPIRACIONES DE RESCATE
CONTINÚA LOS CICLOS
SI LLEGA UN DESFIBRILADOR
RECORDATORIOS CLAVE
Para lactantes menores de un año (excluyendo recién nacidos), la técnica de RCP tiene características específicas por su tamaño y anatomía. Coloca al bebé boca arriba sobre una superficie firme, idealmente una mesa o el suelo. Si solo usas tus brazos, la efectividad de las compresiones disminuye considerablemente.
La técnica recomendada es usar el talón de una mano o los dos pulgares rodeando el pecho del bebé. Según las Guías 2025, se eliminó la técnica de dos dedos porque no logra la profundidad adecuada. Coloca tu mano en el centro del pecho, justo debajo de la línea de los pezones. La profundidad debe ser de al menos 4 centímetros, aproximadamente un tercio del diámetro del pecho del bebé.
Realiza 30 compresiones seguidas a un ritmo de 100 a 120 compresiones por minuto (casi 2 por segundo). Después de las 30 compresiones, abre la vía aérea inclinando suavemente la cabeza hacia atrás y levantando el mentón. Cubre con tu boca la nariz y boca del bebé completamente, y da 2 respiraciones de rescate. Cada respiración debe durar un segundo y hacer que el pecho se eleve visiblemente.
Continúa con ciclos de 30 compresiones y 2 respiraciones hasta que el bebé comience a respirar, llegue ayuda médica, o estés demasiado exhausto para continuar. Si hay dos rescatadores entrenados, pueden alternar usando una relación de 15 compresiones por 2 respiraciones, lo que permite mejor oxigenación. Permite que el pecho vuelva completamente a su posición entre cada compresión, ya que la re-expansión completa mejora el retorno de sangre al corazón.
En niños desde 1 año hasta la pubertad, la técnica de RCP se adapta a su mayor tamaño corporal. Coloca al niño boca arriba sobre una superficie firme. Puedes usar una o dos manos para las compresiones, dependiendo del tamaño del niño y tu propia fuerza. La técnica de dos manos suele ser más efectiva para lograr la profundidad adecuada.
Posiciona el talón de tu mano (o ambas manos entrelazadas) en el centro del pecho, sobre el esternón. Mantén tus brazos rectos y usa el peso de tu cuerpo para comprimir, no solo la fuerza de tus brazos. La profundidad debe ser de aproximadamente 5 centímetros, o un tercio del diámetro anteroposterior del pecho. Comprime a un ritmo de 100 a 120 por minuto.
Después de 30 compresiones, abre la vía aérea con la maniobra de inclinación de cabeza y elevación del mentón. Tapa la nariz del niño con tus dedos, sella tu boca sobre la del niño, y da 2 respiraciones de rescate. Cada respiración debe hacer que el pecho se eleve visiblemente. Si el pecho no se eleva, reposiciona la cabeza y vuelve a intentar.
Si el niño es muy pequeño y tus compresiones con dos manos son demasiado fuertes, usa solo una mano. Si es más grande o robusto, usa ambas manos con todo tu peso corporal. Lo importante es lograr la profundidad adecuada sin lastimar. La fatiga del rescatador es un problema real: si hay otra persona disponible, alterna cada 2 minutos para mantener compresiones de calidad.
Un botiquín de emergencias pediátrico debe estar siempre accesible y actualizado. Lo básico incluye: gasas estériles, suero fisiológico para limpiar heridas, vendas adhesivas de distintos tamaños, cinta adhesiva médica, tijeras de punta roma, guantes desechables, y una manta térmica. Estos elementos te permiten controlar sangrados y proteger heridas mientras llega ayuda.
Para problemas respiratorios, que son la causa más común de emergencias pediátricas, considera tener un termómetro digital, solución salina para limpiar nariz, y un aspirador nasal suave. Si tu hijo tiene asma o alergias conocidas, asegúrate de tener sus medicamentos de rescate (inhaladores, antialérgicos, epinefrina autoinyectable según indicación médica) en lugares estratégicos: casa, auto, mochila del colegio. Verifica regularmente las fechas de vencimiento.
Mantén a mano una lista de números de emergencia: 131 (ambulancia Chile), tu pediatra, centro de información toxicológica (CITUC: 2 2635 3800), y contactos de familiares. Pega esta lista en el refrigerador y guarda una copia en tu teléfono. También es útil tener un manual básico de primeros auxilios pediátricos, aunque la información digital puede ser más actualizada.
Considera tomar un curso certificado de RCP y primeros auxilios pediátricos. La Cruz Roja Chilena, bomberos, y algunas clínicas ofrecen estas capacitaciones. Practicar en maniquíes es muy diferente a solo leer sobre las técnicas. Idealmente, actualiza tu certificación cada 2 años, ya que las guías y recomendaciones cambian con nueva evidencia científica.
Un elemento que puede salvar vidas es el desfibrilador externo automático (DEA) con parches pediátricos. Aunque su uso en casa no es común, si tienes un hijo con problemas cardíacos conocidos, consulta con tu cardiólogo pediátrico sobre la conveniencia de tener uno. Estos dispositivos son seguros y dan instrucciones de voz paso a paso.
Saber realizar RCP pediátrica es una habilidad que ningún padre espera tener que usar, pero que puede ser determinante en los peores momentos. La mayoría de los paros cardiorrespiratorios en niños ocurren por causas respiratorias, lo que significa que la intervención temprana con ventilación y compresiones tiene altas probabilidades de éxito.
No subestimes la importancia de la prevención: mantén objetos pequeños fuera del alcance de lactantes y niños pequeños, supervisa el baño y las piscinas, usa sillas de auto correctamente, y mantén medicamentos y productos tóxicos bien guardados. La mayoría de las emergencias pediátricas son prevenibles.
Recuerda que cada niño tiene su ritmo de desarrollo y vulnerabilidades particulares. Lo más importante es que te sientas preparado y sepas actuar con calma en una emergencia. Tu conocimiento y tu botiquín bien equipado son una red de seguridad que esperamos nunca tengas que usar, pero que estará ahí cuando la necesites.
Este artículo tiene fines informativos y no reemplaza la consulta con un especialista. Ante cualquier emergencia, llama inmediatamente al 131 (ambulancia). Se recomienda tomar un curso certificado de primeros auxilios y RCP pediátrico.
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