El sueño es uno de los pilares fundamentales para el desarrollo saludable de tu hijo. Conocer las horas de sueño según la edad te permitirá establecer rutinas adecuadas y asegurar que tu pequeño descanse lo necesario para su crecimiento físico, cognitivo y emocional.
Cada etapa del desarrollo infantil tiene requerimientos específicos de descanso. Desde los recién nacidos que duermen hasta 17 horas diarias, hasta los preescolares que necesitan alrededor de 11 horas, estas necesidades van cambiando conforme tu hijo crece y madura.
En este artículo encontrarás información respaldada por especialistas chilenos sobre las horas de sueño según edad, factores que influyen en el descanso y cómo establecer hábitos saludables para cada etapa del desarrollo de tu hijo.
Los recién nacidos de 0 a 3 meses necesitan entre 14 y 17 horas de sueño distribuidas a lo largo del día y la noche. Este rango puede extenderse de 11 a 19 horas según las características individuales de cada guagua.
Durante esta etapa, el sueño de tu guagua no seguirá un patrón regular. Los ciclos de sueño son más cortos que los de los adultos, duran aproximadamente 50 minutos en comparación con los 90 minutos de un adulto. Es completamente normal que se despierte cada 2 a 4 horas para alimentarse.
El sistema nervioso de los recién nacidos aún está en desarrollo, por lo que no distinguen entre el día y la noche. Sus patrones de sueño están principalmente determinados por la necesidad de alimentación y no por los ritmos circadianos, que se desarrollarán gradualmente durante los primeros meses.
El sueño REM (Movimiento Ocular Rápido) constituye aproximadamente el 50% del tiempo total de sueño en los recién nacidos, comparado con el 20-25% en adultos. Este tipo de sueño es crucial para el desarrollo cerebral y la formación de conexiones neuronales durante esta etapa crítica del crecimiento.
Los lactantes de 4 a 11 meses requieren entre 12 y 15 horas de sueño cada 24 horas. Durante este período, comenzarás a notar patrones más predecibles en el descanso de tu guagua.
Alrededor de los 4 meses, el sistema circadiano de tu hijo comienza a madurar. Esto significa que empezará a dormir períodos más largos durante la noche, aunque las interrupciones nocturnas siguen siendo normales. La mayoría de las guaguas pueden dormir de 6 a 8 horas seguidas hacia los 6 meses.
Las siestas durante el día se vuelven más estructuradas en esta etapa. Típicamente, tu guagua necesitará 2 a 3 siestas diarias que pueden durar entre 30 minutos y 2 horas. Estas siestas son cruciales para prevenir la sobreestimulación y mantener un estado emocional estable.
Es importante recordar que cada guagua tiene su propio ritmo de desarrollo. Algunos pequeños consolidan su sueño nocturno antes que otros, y esto no indica ningún problema en su desarrollo si están creciendo adecuadamente y muestran un comportamiento alerta durante sus períodos de vigilia.
Los niños de 1 a 2 años necesitan entre 11 y 14 horas de sueño en un período de 24 horas. Esta cantidad incluye tanto el sueño nocturno como las siestas diurnas.
Durante esta etapa, la mayoría de los niños duerme aproximadamente 10 a 12 horas durante la noche. Las siestas diurnas generalmente se reducen a 1 o 2 por día, con una duración total de 1 a 3 horas. Muchos pequeños mantienen una siesta matutina y otra vespertina hasta alrededor de los 15 a 18 meses.
Los cambios en el desarrollo motor y cognitivo pueden afectar temporalmente los patrones de sueño. Cuando tu hijo aprende a caminar o desarrolla nuevas habilidades, es común que experimente regresiones del sueño o resistencia a acostarse debido a la emoción de practicar estas nuevas capacidades.
La consistencia en las rutinas se vuelve especialmente importante durante esta etapa. Establecer horarios regulares para acostarse y despertarse ayuda a regular el reloj biológico interno de tu hijo y facilita la transición entre las diferentes fases del sueño.
Los preescolares de 3 a 5 años requieren entre 10 y 13 horas de sueño cada 24 horas. La mayoría de este descanso ocurre durante la noche, con una posible siesta diurna que gradualmente va desapareciendo.
Alrededor de los 3 años, muchos niños dejan de necesitar siestas regulares, aunque algunos pueden seguir beneficiándose de un período de descanso hasta los 4 o 5 años. Si tu hijo aún toma siestas, estas no deberían durar más de 1 hora ni ocurrir después de las 15:00 horas para no interferir con el sueño nocturno.
Durante esta etapa, es común que aparezcan resistencias a la hora de acostarse o miedos nocturnos. El desarrollo de la imaginación puede generar temores a la oscuridad o pesadillas. Mantener rutinas tranquilas y reconfortantes antes de dormir puede ayudar a manejar estas situaciones.
El sueño nocturno se vuelve más consolidado y profundo. Los preescolares típicamente duermen entre 10 y 12 horas seguidas durante la noche, aunque pueden experimentar despertares ocasionales relacionados con pesadillas o necesidades fisiológicas como ir al baño.
Varios factores pueden afectar las horas de sueño según la edad y la calidad del descanso de tu hijo. Comprender estos elementos te ayudará a crear las condiciones óptimas para un sueño reparador.
Los factores ambientales juegan un papel crucial en la regulación del sueño. La temperatura de la habitación debe mantenerse entre 18 y 22 grados Celsius para promover un descanso óptimo. La oscuridad estimula la producción de melatonina, mientras que la exposición a luz brillante, especialmente la luz azul de pantallas, puede inhibir esta hormona natural del sueño.
La alimentación también impacta significativamente el sueño infantil. Las cenas muy abundantes o el consumo de azúcar antes de acostarse pueden dificultar la conciliación del sueño. Por el contrario, algunos alimentos como la leche tibia, que contiene triptófano, pueden favorecer la relajación.
El ejercicio físico durante el día es fundamental para un buen descanso nocturno. Los niños que realizan actividad física adecuada para su edad tienden a conciliar el sueño más fácilmente y a tener un descanso más profundo. Sin embargo, la actividad intensa debe evitarse en las 2 horas previas a la hora de acostarse.
Establecer rutinas consistentes es fundamental para respetar las horas de sueño según edad y promover hábitos saludables que beneficiarán a tu hijo durante toda su vida.
La rutina previa al sueño debe comenzar al menos 30 minutos antes de la hora de acostarse y adaptarse a la edad del niño. Para guaguas pequeñas, puede incluir baño tibio, masaje suave y alimentación. Para niños mayores, actividades como lectura de cuentos, conversaciones tranquilas sobre el día o técnicas de relajación.
Los horarios consistentes son cruciales para regular el reloj biológico interno. Mantén horarios similares para acostarse y despertarse, incluso los fines de semana, con variaciones no mayores a 30 minutos. Mantener rutinas ayuda a que el cuerpo anticipe naturalmente los períodos de sueño y vigilia.
El ambiente de sueño debe ser conducente al descanso en todas las edades. Una habitación oscura, silenciosa y a temperatura adecuada favorece el sueño profundo. Para niños que temen la oscuridad, una luz nocturna muy tenue puede ser útil sin interferir con la producción de melatonina.
La transición gradual hacia el sueño es especialmente importante. Evita actividades estimulantes como juegos activos, televisión o dispositivos electrónicos al menos una hora antes de acostarse. En su lugar, opta por actividades tranquilas que señalen al cerebro que es momento de prepararse para dormir.
Los trastornos del sueño pueden manifestarse en cualquier etapa del desarrollo infantil, aunque algunos son más comunes en ciertas edades. Reconocer las señales te ayudará a buscar ayuda profesional cuando sea necesario.
El insomnio conductual infantil es común entre los 6 meses y 3 años. Se caracteriza por dificultad para conciliar el sueño o mantenerlo sin la presencia de los padres. Este trastorno suele estar relacionado con asociaciones inadecuadas del sueño o límites inconsistentes a la hora de acostarse.
Los terrores nocturnos típicamente aparecen entre los 3 y 8 años, durante las primeras horas de sueño profundo. A diferencia de las pesadillas, el niño no recuerda el episodio y puede parecer despierto, pero confundido. Estos episodios suelen resolverse espontáneamente con la edad.
La apnea del sueño infantil puede afectar a niños de cualquier edad, aunque es más frecuente entre los 2 y 8 años. Se caracteriza por pausas respiratorias durante el sueño, ronquidos fuertes y sueño fragmentado. Este trastorno requiere evaluación médica especializada.
El síndrome de piernas inquietas puede presentarse incluso en niños pequeños, manifestándose como inquietud en las piernas antes de dormir y dificultad para mantener las extremidades quietas. A menudo se asocia con deficiencias nutricionales como hierro bajo, lo que requiere una evaluación por especialista.
Aunque las variaciones individuales en las horas de sueño según edad son normales, existen señales específicas que indican la necesidad de consultar con un especialista. No todos los niños siguen exactamente los rangos establecidos, y esto puede ser perfectamente normal.
Debes considerar una consulta médica si tu hijo muestra somnolencia excesiva durante el día a pesar de aparentemente dormir las horas recomendadas para su edad. También si presenta dificultades severas y persistentes para conciliar el sueño o mantenerse dormido durante más de 2 semanas consecutivas.
Los trastornos respiratorios del sueño como ronquidos fuertes, pausas respiratorias, respiración bucal persistente durante el sueño o posiciones anómalas para respirar mejor requieren evaluación médica urgente. Estos síntomas pueden indicar obstrucción de las vías respiratorias superiores.
También es recomendable buscar orientación profesional si los problemas de sueño están afectando significativamente el funcionamiento diurno de tu hijo, como su capacidad de concentración, rendimiento escolar, estado de ánimo o crecimiento. Un sueño inadecuado puede impactar múltiples áreas del desarrollo.
El pediatra o un especialista en medicina del sueño pueden evaluar si existe alguna condición médica subyacente que esté afectando el descanso. Consulta siempre con tu especialista, ya que cada niño es único y puede requerir evaluación personalizada.
Las horas de sueño según edad varían significativamente durante los primeros años de vida, desde las 14-17 horas de los recién nacidos hasta las 10-13 horas de los preescolares. Comprender estos rangos te ayuda a establecer expectativas realistas y rutinas apropiadas para cada etapa del desarrollo de tu hijo.
Recordemos que cada niño es único y puede tener necesidades ligeramente diferentes dentro de los rangos establecidos. Lo importante es observar las señales de tu hijo y asegurar que esté descansado, alerta y desarrollándose adecuadamente durante sus períodos de vigilia.
Establecer rutinas consistentes, crear un ambiente propicio para el descanso y mantener horarios regulares son estrategias fundamentales para promover un sueño saludable. Si tienes preocupaciones sobre los patrones de sueño de tu hijo, no dudes en consultar con su pediatra para obtener orientación personalizada.
Nota importante: esta información tiene fines educativos y no reemplaza la consulta médica profesional. Ante cualquier duda o preocupación específica sobre los patrones de sueño de tu hijo, consulta siempre con su pediatra.
Hospital Luis Calvo Mackenna - Unidad de Pediatría
MINSAL - Chile Crece Contigo
Academia Americana de Pediatría, sobre sueño infantil